Autismo en familia

Por cosas de la vida, haciendo limpieza de mis documentos encontré este artículo que escribí antes de que Elián naciera; Luciana no había cumplido los dos añitos. 

Hoy somos Luciana y yo las que estamos bendecidas por tener la oportunidad de aprender lo que nos toca aprender de la mano de nuestro pequeño maestro Elián. Luciana es una niña amorosa que cuida a su hermano, y yo soy una mamá gallina que la protege a ella y a él, y vela porque ella también se sienta tranquila con este reto que nos planteó papá Dios y del que estamos disfrutando. 

Elián es un niño cariñoso y juguetón. Como cualquier hermano menor tiende a liarle un poco las cosas a Luciana. 

Nuestra noble familia... Todos aprendiendo al lado de Elián.



La nobleza de una familia! 

De la misma forma en que celebramos la llegada de un nuevo miembro con orgullo y regocijo, acompañamos a un familiar cuando se encuentra en problemas o necesita nuestra atención, porque tenemos la dicha de pertenecer… Eso es la familia.

Cuando alguien especial viene a nuestras vidas es porque generosamente nos quiere regalar a través de su nobleza, las enseñanzas más significativas e importantes, vienen a fortalecernos como personas, viene a acercarnos a Dios y a cada detalle del mundo entero.

Hace poco leí en un correo una metáfora de una madre que le enseñaba a su hija que muchas veces creemos que las cosas que nos pasan son simplemente malas, desagradables e injustas, pero todas tienen una razón de ser, un por qué y coincidimos en que son lecciones que nos ayudan a ser mejor.

La hija llegó molesta a su casa y le dijo a su madre que no era justo todo lo malo que le estaba pasando. Su mamá con la calma de su experiencia, invitó a su hija a preparar una torta con ella. La mamá agarró el paquete de harina y le dijo a su hija: - come.-

La hija sorprendida le dijo a su mamá que era imposible que se comiera esa harina cruda!.
La mamá rompió los huevos y de igual manera le dijo a su hija con dulzura que los probara, a lo que obtuvo la misma respuesta: -¡mamá!, ¿qué te pasa? ¿Cómo quieres que me coma esos huevos crudos? Deben saber horribles y eso es muy desagradable.

Después de un tiempo, finalmente salió la torta del horno y cuando la hija gustosa probó de este postre que con mucho cariño hicieron entre las dos, la mamá le dijo:  -muchas veces las cosas que nos parecen desagradables se unen en la experiencia de nuestras vidas y al final todo te sabe bien, te sientes bien y tienes un rico pastel de lo que antes llamabas cosas “horribles y desagradables”.

Es normal y totalmente válido que sintamos desasosiego cuando las cosas no son como nosotros lo esperamos. Es normal sentir rabia, dolor, culpa, angustia, desesperación, frustración, DUELO, por algo que quisiéramos cambiar y que no está en nuestras manos.

Pero afortunadamente estos sentimientos no son eternos, y la dicha y la felicidad son más poderosos y persistentes, y el amor que sentimos por nuestros familiares lo supera todo haciendo que nos pongamos al ruedo y “manos a la obra”: a trabajar por mejorar, por ayudar, por ser feliz, por disfrutar, y terminamos entregando lo mejor de cada uno de nosotros por que así sea.

Asumir un diagnostico de un hijo con autismo no es nada sencillo, y afortunadamente, para quienes así lo buscan, existen grupos de apoyo, información en Internet, existen mayor número de especialistas, mejores exámenes y mayores oportunidades para las personas con esta condición y para sus familiares.

Buscar y aceptar la ayuda es muy importante, porque este cambio en nuestras vidas muchas veces ocurre cuando nosotros tenemos completo desconocimiento de lo que significa esta condición, del impacto en la familia, de los tratamientos, de las terapias que se pueden realizar, de todo lo que una persona con autismo puede llegar a ser y a tener.

Te cuento que TÚ no eres el único que te sientes mal por la diversidad, intensidad y la contradicción de los sentimientos que tienes respecto a tu hijo autista y a toda la situación que estás viviendo.

Seguro si buscas manos amigas las encontrarás. El mundo es muy grande y generoso, así que seguramente encontrarás tu libro abierto, un corazón lleno de amor, otro padre con la experiencia y la comprensión de lo que tú en este momento estas sintiendo… Sólo busca, con paciencia y mucha perseverancia, que sí vale la pena!

El autismo, más que una condición de alguien en particular es la condición de toda la familia… Todos estamos ahí, todos debemos ver, todos debemos aprender, y seguramente consciente o inconscientemente así será.

Los papás de los niños autistas son padres al mil por ciento, son padres PRESENTES, porque están a cada paso y a cada progreso de sus hijos participando de ello activamente, cosas que los otros padres muchas veces nos perdemos, por el trabajo, por las obligaciones, por el día a día.

 - Las parejas; papá y mamá aprenden a apoyarse, a desahogarse, a entenderse y comparten las tareas; ese es el ideal, así que a poner el corazón en nuestra relación, que aunque pasemos duras pruebas, juntos podemos más que si estuviéramos sólo y el amor nos fortalece.

- A los hermanos de personas autistas, que Dios les dé mucha paciencia, amor y comprensión. Entiendan que papá y mamá están con ustedes, y que los aman de igual forma.

Somos una familia noble especial, porque lo difícil lo llevamos con tolerancia y amor.

Muchos han logrado sobreponerse y salir adelante, y sus experiencias ayudan a otros a enfrentar el monstruo de lo desconocido, y se vuelven tan experto, que lo convierten en una dulce mascota. El desconocimiento pasó de ser algo aterrador a algo que nos regala su compañía, nos divierte y amorosamente aprendemos a llevar ese “no saber” como la oportunidad de aprender algo nuevo todo los días.


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